Nice to meet you...¡¿Miss Wayne?! [Helena Wayne]

Gotham era una ciudad llena de alimañas, ratas que estaban dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de conseguir lo que quisieran, sin importar las consecuencias o el dolor que le causaran a quienes se habían cruzado en su camino para detener tales acciones tan desleales.

Gotham era una cuidad peligrosa, no podías caminar por las calles sin que te llenara el temor de ser asaltado por alguno de estos maleantes quienes te quitaban tus pertenencias y te despojaban de lo más valioso que podían tener a su alcance…como la vida.

Claro ejemplo de esto podrían ser los hombres, mujeres y niños que constantemente aparecían muertos por la madrugada, seguramente después de una de las noches más horrorosas que una persona podría pasar, con sus ojos abiertos completamente reflejando un genuino horror, su boca formando una mueca en forma de auxilio y su cuerpo completamente entumido esperando poder protegerse de aquello que les estaba haciendo daño.

¿Cómo podría una ciudad dejar a los más desamparados valerse por sí mismos si sabían el peligro que corrían cada vez que salían a caminar a las calles?, ¿Cómo podían cruzarse de brazos mientras un hombre se quedaba sin su esposa, una mujer sin su hijo y un hijo sin sus padres?, ¿Porqué nadie hacia nada?, ¿Por qué nadie los ayudaba?, ¿Qué acaso no habia un salvador?.
Eso era lo que me cuestionaba cada noche mientras observaba desde la ventana de mi cuarto el paisaje que Gotham podía brindarme, no es como si estuviese despreciando el trabajo que hacia mi padre, sabia de sobra que el daba su mayor esfuerzo por tratar de mantener la cuidad segura pero estaba más que claro que eso no era suficiente.

Hasta que el apareció.

La gente podía llamarle como quisiera, un maléate más, un encapuchado con aires de grandeza o un simple loco en traje pero muy en el fondo sabían que la esperanza por una cuidad mejor estaba creciendo en sus corazones, la esperanza de un nuevo día, de un nuevo comienzo para Gotham.
Ella misma en su corazón podía sentirlo, el salvador que nuestra ciudad necesitaba, un nuevo héroe quien no derramaría sangre ni cometería injusticias, alguien en quien podías contar, esa persona era Batman.

O como a Barbara le gustaba llamarle; Bruce Wayne.

¿Quién iba a decir que ahora mismo ella se encontraba conduciendo hasta la residencia Wayne para encontrarse con el mismísimo multimillonario? Después de tantos años ya no era extraño verla dirigirse hacia ese lugar, después de todo el llevaba conociéndola desde que era una pequeña niña.

La razón que la traía ahí después de varios meses era simple; Gotham. La ciudad estaba más descuidada que de costumbre y eso le perturbaba, Bruce jamás dejaba tan desprotegida su Ciudad a menos de que algo grave le hubiese pasado pero si esa fuera la razón entonces se hubiese encargado de contactar a Barbara para que ella cuidara de la cuidad con ayuda de Robin, Nightwing o incluso RedHood pero eso no había pasado y le daba más razones para preocuparse o enojarse dependiendo de el porqué de la desaparición de Batman como vigilante de su lugar de procedencia.

Al principio había pensado en llamar, lo más seguro es que Alfred contestaría y le daría las razones por las que Bruce no estaba combatiendo a los maleantes pero también sabía que le podrían ocultar algo y eso era lo que menos le agradaba así que prefirió ir por cuenta propia hacia la mansión esperando poder reñir de una vez al enmascarado.
Al abrir la puerta con sumo cuidado espero poder encontrarse con Alfred pero todo lo que pudo oír fue un silencio sepulcral — ¿Alfred?...¡Alfred!, ¡Alfred! — Pero no hubo respuesta alguna, sintió como su corazón dio un tremendo salto indicándole que algo fuera de lo común estaba pasando, revisó cada parte de la casa esperando encontrarse con alguno de los dos hombres, alguna señal de ruido pero nada salió de cada una de las silenciosas habitaciones.
Estuvo a punto de bajar a donde se supone sería la entrada de la Batcueva pero no le gustaba estar ahí a menos de que su mentor estuviese presente o algún miembro de la familia Batman por lo que opto por darse la vuelta e irse, seguramente otro día él se pondría en contacto con ella.

Crack.

Fue un simple ruido, casi nada pero Barbara lo escuchó a la perfección y sonrió de media luna, pues aquel particular sonido solo podía provenir de un lugar; La cueva y seguramente si no era Bruce o Alfred bien podría ser Robin.
Bajó las escaleras con sigilo pues si el chico se encontraba ahí adentro no iba a pasar de darle un buen susto pero pronto su sonrisa se borro al divisar las primeras líneas de un cuerpo, un cuerpo femenino quien se encontraba en el centro dela sala de operaciones, al bajar un poco más pudo ver con mayor detenimiento el largo y brillante cabello azabache que caía con delicadeza por la espalda de la mujer, pudo notar también que esta se encontraba en forma y tenía una estatura considerablemente alta, esas características no las tenía nadie que ella conociera o por lo menos que tuviera acceso a tan secreto lugar.

— ¿Quién demonios eres tú y que haces aquí?— Ni siquiera espero a que la intrusa hablara, Arrugó sus ojos en signo de desaprobación y se acerco a ella con gran velocidad propinándole un primer golpe con el puño cerrado dando certeramente hacia el rostro contrario.

Díos, decididamente sabía de donde había sacado la habilidad de entrar en hogares ajenos. Gracias mamá.
Aunque claro, entrar en un lugar en el que has vivido toda tu vida no puede considerarse allanar una morada. ¿Verdad?

Después de noches en las que al terminar la patrulla me quedaba observando la lejana mansión desde lo alto de la torre del reloj, la nostalgia y curiosidad me asaltaron lo suficiente para que aquella tarde, salir de mi apartamento y condujera mi moto negra por el familiar camino hacia la Mansión Wayne. Solo Helena Wayne, con el traje de Huntress escondido, como siempre.

Una mezcla de excitación y miedo me hacía apretar el acelerador más fuerte. ¿Habría una llave escondida bajo el seto de la puerta? ¿Y el gato que rondaba la Mansión seguiría destrozando los rosales? ¿Incluso en el el ala sur, estaría mi cuarto?
Agité la cabeza intentando apartar esos pensamientos, aquél lugar no era mi hogar y no podría serlo nunca. Esa solo una mansión, la Mansión Wayne que se alzaba imponente delante de mi.

Decidí esconder mi moto detrás del jardín principal, y entrar a la mansión por la puerta principal, solo llevando mi máscara en caso de que mi identidad necesitara ser ocultada.
No había ninguna llave debajo del Seto, comprobé suspirando, pero mi madre me había enseñado a abrir cualquier puerta y dudaba que la de mi casa fuera incluso difícil. Una pinza de mi bolsillo logró abrir la cerradura, y entré en la mansión.

Era todo igual, exactamente todo, pude comprobar mirando a mi alrededor. Sillas, mesas, jarrones...todo. Lo único que faltaba era el gran cuadro familiar en el que mi padre, mi madre y yo posábamos encima de la chimenea. En su lugar, si estaba Bruce, pero con gente extraña.

Suspiré y comencé a recorrer la mansión, sonriendo ante la familiaridad del lugar. Fui cuidadosa de no dejar nada a mi paso que delatara mi presencia en el lugar, si Bruce se enteraba de que había estado ahí, seguramente no sería muy feliz.
La biblioteca de la mansión contenía los tomos que yo y mi padre habíamos leído juntos en mi infancia. Incluso ese libro...
Si, ahí estaba, la escalera que llevaba a la Cueva. Y si, claro que bajé.

Si la mansión me había sorprendido por la similaridad a mi hogar, la cueva me dejó sin aliento. Aquella humedad tan agradablemente familiar, el sonido del agua corriendo, la tenue luz que aumentó al detectar mi presencia e inició el ordenador central. La visión del lugar en todo su esplendor me hizo dejar caer mi máscara al suelo y comenzar a caminar. El batmovil, las vitrinas de armas, las vitrinas con el traje de Robin, Batman y Catwo...no, ese no...pero estaba todo. Todo.

Estaba tan sumida en aquel lugar, que aquellos pasos sigilosos no me alarmaron, no hasta que una voz femenina joven se dirigiera a mi buscando una explicación a mi presencia *Mierda* Mi máscara estaba demasiado lejos para poder alcanzarla, por lo que mi única reacción en ese momento al sentir como la mujer se acercaba violentamente, fue girarme y evitar su puño, que pasó rozándome la mejilla por la derecha. Observé a la chica durante una milésima, cabello rojo, estatura mediana, constitución trabajada, quizás un poco más joven que yo. Su rostro me sonaba enormemente.

De cualquier manera, la chica venía a por mi, y probablemente no se alegraba de verme en la cueva.
Dando un giro sobre mi misma, golpeé la espada de la pelirroja de una patada para alejarla de mi. No necesitaba dar explicaciones sobre mi identidad aun, pero tampoco quería dañarla seriamente.

-Resulta que no es de tu incumbencia-Dije con un tono sarcástico- Pero dime, ¿quién eres tú? ¿Nos conocemos?-Dije volviendo a la posición de defensa.

La mujer pelinegra inmediatamente se posiciono en defensa, dejándole claro a Barbara que de una manera u otra la contraria estaba entrenada o por lo menos sabia defenderse. Pero eso no le impidió seguir moviéndose con toda agilidad hasta encontrase relativamente cara a cara con la extraña, al alzar su puño pudo sentir el roce que este provoco al tocar la mejilla contraria e inmediatamente pudo sentir como esta se giraba sobre su propio eje para contraatacar, por supuesto una sonrisa cruzó por los labios de Barbara pues no esperaba menos y sinceramente necesitaba un poco de acción.

Todo en su mente pasó en cámara lenta, después del roce en la mejilla termino dándole la espalda a la mujer gracias al impulso con el que le habia lanzado el golpe, la mujer se giro sobre su propio eje y levanto su pie para propinarle una patada gracias a su posición en la que se encontraba, Barbara realizó la misma acción que la contraria girándose sobre su talón derecho logrando interceptar el pie contrario y empujándose lejos de la misma.

Una risa irónica salió de sus labios al momento de escuchar a la azabache hablar, pudo notar el la chica un tono sarcástico con una pizca de arrogancia y eso le hizo sentirse con aun más gracia — Bien, bien déjame entender esto…— Se tardó tan solo unos segundos en seguir hablando pues no pudo evitar recorrer con su mirada a la pelinegra que se encontraba en frente de ella, tratando de conseguir localizar de quien se trataba pero entre mas la veía menos coincidencias encontraba que le relacionaran con alguien de la familia Batman. — ¿Me respondes de una manera sarcástica lo que te he preguntado para que después tu me preguntes lo mismo?― Posiciono su mano derecha sobre su cadera mientras seguía analizando a la contraria quien ahora se encontraba en posición de defensa —No, no nos conocemos― Barbara seguía en su misma posición “despreocupada” sin dejar de lado el estar atenta a cualquier movimiento que la otra pudiese realizar — Y lo siento cariño pero…tampoco es de tu incumbencia — Aquellas últimas palabras las dejo salir de sus labios con una pizca de gracia un tanto burlona, siempre se topaba con gente con la actitud que la chica con la que se estaba enfrentando había mostrado, por esa misma razón el que hablaran de esa manera o le miraran con ironía ya no le afectaba en lo absoluto pero debía de admitir que se sentía curiosa por la mujer no solo por el hecho de que mostrará tener habilidades si no, sobre todo porque se encontraba en la cueva, “La cueva más secreta del mundo a la cual solo tienen acceso pocos privilegiados” según Tim la primera vez que lo conoció portando su pequeño traje de Robin.

Ambas nos habíamos atacado a la vez, la patada que recibí de su parte me obligó a recular con un mortal hacia atrás, cayendo cerca del ordenador central. Comprobé con ligera satisfacción que ella también se había visto obligada a alejarse.
Esta chica debía haber sido entrenada por mi padre o alguien cercano, aun así, sus movimientos eran bastante artísticos, por lo que debía haber sido una gimnasta deportiva.
Su tono de voz demostraba seguridad, y en sus ojos había un brillo pícaro. Definitivamente debía haber entrenado con uno de los Robins, o ella podía haber sido uno de ellos.

Le quité importancia con un gesto de mi mano, el tono burlón de la chica era interesante pero no llegaba a molestarme lo más mínimo. Sabía que me estaba observando intentando reconocerme, pero no tenía pinta de que consiguiera atacar muchos cabos.
-Tu pregunta era bastante...estúpida, digamos. ¿Crees que si alguien se cuela en la cueva de Batman, va a decirte quién es y que hace ahí?--Sonreí de medio lado. Coloqué ambas manos en mi cintura y caminé cerca del ordenador central, iniciando los controles que tan bien conocía-Pero de verdad...¿No te suena mi cara, mis ojos, mi cabello...?-Dije con una pizca de curiosidad,
-Deduzco que te has entrenado con Batman...digamosle Bruce...aunque esos movimientos no son suyos....¿Acaso conoces a Dick?-Dije volviendo a mirarla-Desde luego debes formar parte de su familia...pero no recuerdo que te mencionara...así que, ¿Te parece que le preguntemos al ordenador?-
Rápidamente, escribí la contraseña que como había adivinado era la misma que la de mi padre. Apenas tuve tiempo para entrar en los perfiles cuando noté que corría hacia mi. Tuve el tiempo justo para saltar por encima de la silla del control con una rondada  antes de ser golpeada de nuevo, pero el ordenador lo había conseguido; Batman, Robin, Nightwing, RedHood....Batgirl. No pude evitar una carcajada, yo misma había pensado en ese nombre antes de elegir Huntress como mi Alias.
-¿En serio? ¿Batgirl? ¿No pensaste en Batwoman? -Dije con las manos en las caderas.-Igualmente, ya hechas las presentaciones, puedes llamarme Huntress...